Felipe Torres, la mitad del coro, afirma ser aparejador y universitario. Ha sido imposible corrobar esta información. Trabaja como camarero en el Juan Sebastian Bar y siempre tiene gestos de generosidad infinita hacia sus compañeros a la hora de cobrar las cañas. Además forma parte del grupo Monólogos por la beneficencia y Club desastre, donde desarrolla su vis cómica a través de los monólogos y las improvisaciones.
Aunque ahora esconde sus motivaciones, Felipe Torres se presentó al casting con la esperanza de pasar seis horas semanales rodeado de mujeres. Además, "quería probar lo que era actuar sin tener que buscar necesariamente la risa del público. Quería conocer el mundo de bambalinas y probar si era capaz de hacer teatro de verdad, compartiendo con un grupo el montaje de una obra entera."
"Viendo el número de aspirantes masculinos -siete-, estaba prácticamente claro que todos los chicos íbamos a entrar a formar parte del elenco", reconoce la mitad del coro, "aunque, finalmente, el número de chicos descendió hasta tres." Felipe Torres viene acompañado por su cómplice: Diego Peña.
El coro, la novedad que plantea el montaje respecto del texto original, se emparenta con el sátiro mitológico -al que se le atribuyen conquistas a doncellas en los boques, "lo cual nos ha quedado prohibido durante el estreno"- y, dramatúrgicamente, es el elemento que rompe la cuarta pared para interpelar directamente al público en busca de su complicidad.
Según Felipe Torres, "el público que acuda al Principal podrá disfrutar de un apuesta en escena muy visual, llena de coreografías y una reflexión sobre la guerra. Nadie quedará indiferente ante el espectáculo."
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